Vivimos en una época que mide casi todo en velocidad: en clics, en impactos, en cifras que suben y bajan con la misma rapidez con la que se olvidan. Sin embargo, hay algo que sigue siendo escaso, irrecuperable y profundamente humano: el tiempo.
Dedicar tiempo es una decisión. Leer con atención es una forma de compromiso. Detenerse a comprender —y no solo a pasar por encima— es hoy un gesto casi contracultural.