«las mentiras piadosas en la demencia no solo son innecesarias, sino potencialmente perjudiciales. Lejos de proteger, pueden aumentar el malestar, deteriorar la relación de cuidado y vulnerar principios éticos fundamentales. Un abordaje basado en la verdad adaptada, la empatía y la validación emocional resulta más respetuoso, más eficaz clínicamente y más coherente con una atención centrada en la persona”