El deseo por agradar a los demás, de ser querido solo por existir, puede llegar a suponer una carga insoportable. Para algunas personas, ser considerado “majo” será esa gran piedra que marque el día a día, impidiendo transformarles en personas infelices si no son amadas desde el momento en que entran en la habitación y disparando sus inseguridades hasta límites dañinos para ellos y para quienes les rodean.
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